lunes, 18 de mayo de 2015

EL HOMBRE TRANQUILO


La versión italiana de Vicente del Bosque que aterrizó en Concha Espina en el verano de 2013, se encuentra en apuros. Parece que ya no gusta el italiano en la "Casa Blanca" y el inmutable técnico de la sonrisa eterna vive con incertidumbre estos primaverales días de mayo. 
Carletto ha entrenado al Real Madrid dos temporadas. Ha logrado una Copa del Rey, una Supercopa de Europa, un Mundial de Clubes y la ansiada Décima Copa de Europa. No está mal.
En su primera temporada, Carlo no se cansó de solicitar para su equipo "equlibrio" (pronúnciese "ecuilibrio"). Y lo logró. Ese equilibrio del que tan bien hace gala él mismo. Porque Ancelotti es un hombre relajado, que recibe una botella de nitroglicerina y te devuelve una gaseosa. El que comenta que disfruta en su hogar con una buena música relajante tras la vorágine de un partido. 
Conviene no olvidar, que también el año pasado, aquel Real Madrid convulso de la era Mourinho se convirtió en una remanso de paz tras la llegada del gladiador transalpino. Al que los medios de comunicación apodaron "el pacificador".
Todo fueron parabienes. Se logró la Copa del Rey (exhibición de Bale incluida) ante el Barcelona, el eterno rival. Se dejó de ganar la Liga por una cierta desidia, por cansancio y porque el Atlético fue un poco más regular.
La guinda (menuda guinda) del pastel se consiguió en Lisboa. El nombre de Carlo Ancelotti quedó eternamente vinculado al del Real Madrid con la consecución de la Décima Copa de Europa para los blancos. Don Carlo cantando el himno de la Décima en el Bernabéu será una de las imágenes más señaladas en la reciente historia madridista.
Por el camino, el italiano supo gestionar con señorío el debate Casillas-Diego López. (Justamente el madrileño ganó las dos competiciones en las que fue titular). El affaire Di María y todo lo que se le cruzaba en el camino.
Hubo un cierto run-rún hacia la gestión con la que Carletto manejaba las rotaciones. Se vio que el equipo llegó cansado, muy cansado, al final de temporada. Si finalmente venció en Lisboa fue gracias a Sergio Ramos y a que el Atlético de Madrid -con una plantilla más corta- apareció en la Final aún más agotado que sus rivales capitalinos.
Verano de 2014. Comenzó el curso con seis títulos en juego. De los tres primeros (los menores) se ganaron dos: Supercopa de Europa y Mundialito de Clubes. La Supercopa de España se perdió ante el Atlético. No se le dio más importancia.
Un Madrid lanzado estuvo extraordinario en la primera fase de la temporada. Sin embargo, tras el parón navideo, el Valencia le devolvió a la realidad. Desde aquel partido en Mestalla, el Madrid encadenó resultados mediocres. Fue eliminado por el Atlético de Madrid en Copa y a punto estuvo de hacerlo el Schalke 04 en Champions.
Todo esto para llegar al Camp Nou. Se perdió 2-1. En ese momento se dijo adiós a la Liga. Quedaba la Champions. Bien en Cuartos frente al Atlético (otra vez).
Las Semifinales se prometían felices pero un ex, Morata, dio por finalizado el periplo europeo de los blancos.
La eliminación de la Champions desencadenó la tormenta. Todo el crédito de Ancelotti se vino abajo. El hombre tranquilo, el estratega, el "gentleman", el gestionador de vestuarios más competente desde la era Del Bosque, está en entredicho.
Gran parte del Madridismo, y no pocos directivos también, verían con buenos ojos un cambio en el banquillo. Gusta Jürgen Klopp. Un histriónico entrenador alemán (muy simpático por cierto) que vendría a dar un aire nuevo al vestuario.
Son las alharacas de lo nuevo. El regusto por tumbar lo sencillo, lo natural y por qué no decirlo, lo amable. Se desecha a Ancelotti por no ganar ninguno de los tres títulos mayores. Se le critica que en partidos con menos trascendencia no haya hecho rotaciones. (Jesé, Chicharito, Nacho, Arbeloa, estaban esperando en el banquillo).
No se tiene en cuenta que el italiano no contó gran parte de la temporada con Modric, con James y con Benzema. (Además de un desparecido Khedira con pie y medio en Alemania).
Sería un grave error dejar marchar a Ancelotti y volver a repetir la equivocación que ya se produjo con Del Bosque. Un entranador sin el glamour de los Galácticos. Aquél que unos años más tarde consiguió ganar un Mundial al frente del mejor equipo, algunos dicen, de todos los tiempos.
Carletto, mientras tanto, espera en su lujosa casa a que se ilumine su teléfono con el nombre de Florentino. No creo que el presi tropiece otra vez en la misma piedra y ahora sí, mantenga al italiano al frente de un Real Madrid que si bien no ha logrado sus objetivos, se ha acercado a ellos hasta casi tocarlos.

El más que posible triplete del Barcelona escocerá a los madridistas más que nunca. Habrá que aguantar. Ancelotti debería continuar, es un valor seguro. Tan seguro como que el italiano, cigarrito en mano, soñará esperando en su sillón favorito, con su música relajada, su sonrisa eterna y su sempiterna ceja levantada a que el césar blanco muestre el pulgar levantado hacia el cielo de Madrid.


1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo Manuel. Ancelotti no debería abandonar el Real Madrid esta temporada. Es un entrenador con equilibrio, que sabe llevar a un vestuario bastante complicado. De acuerdo que esta temporada seguramente no ha gestionado con fortuna a los jugadores que ha tenido disponibles (se nos olvidan fácilmente las lesiones) pero eso no justifica su cese en el equipo.
    Considero que Carletto no ha terminado etapa en el Madrid, que todavía tiene mucho que dar a este equipo y que talento, conocimiento y talante no le faltan.
    A pesar de mis deseos, mucho me temo que la decisión ya está tomada y que habrá relevo en el banquillo blanco....Florentino, el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, no hagas realidad el dicho.

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